viernes, 22 de febrero de 2008

PERÚ: QUE DEROGEN LEYES ANTIPATRIMONIO CULTURAL

DESHECHA LA LEY, DESHECHA LA TRAMPA

Escribe Julio Antonio Gutiérrez Samanez

Desde que el Congreso del Perú, “entre gallos y media noche”, de espaldas al país, aprobara las Leyes 29164, y 29167, las autoridades y el pueblo del Cusco se pusieron en abierta lucha por su derogatoria, pues, con entusiasmo neoliberal, el gobierno pretende privatizar o dar en concesión, que en la práctica es lo mismo, nada menos que los centros arqueológicos y lugares declarados Patrimonio Cultural, los mismos que se pretendía subastarlos al mejor postor. Contra esto se alzó el pueblo cusqueño protagonizando multitudinarias marchas de protesta, un paro general de 24 horas y, ante la negativa congresal, se apresta a realizar una huelga indefinida.
En una de las últimas intervenciones televisivas de los representantes cusqueños, la prensa limeña, “preocupada por sus provincias”, expresaba su opinión parcializada entorno al problema. Decía una rubilinda limeñita que, cómo era posible que los cusqueños nos opusiéramos a una ley tan progresista que traería desarrollo, empleo y que, además, serviría para poner en valor monumentos arqueológicos que “de puro viejos y abandonados se caían por trozos”; que es una mentira que se construirán hoteles, restaurantes, casinos, a dos pasos de los monumentos para comodidad de los turistas, pues, de lo que se trata es de mejorar la infraestructura, servicios y atraer la “inversión” extrajera,
Decía esta señorona que conocía el “Cucco” y “Machu-pichu” y que sabía que muchos “cucqueños” estaban de acuerdo con el “espíritu” de estas leyes (no dijo cuantos eran y si estos se contaban con los dedos). Para ella, los serranos o la indiada no sabíamos lo que estábamos haciendo al llamar al paro indefinido, con el que “mataríamos al turismo” y que cientos de pobrecitos artesanos, canillitas y lustrabotas dejarían de comer.

Lo bueno y plausible fue que el Presidente Regional del Cusco, Hugo Gonzáles Sayán, estuvo firme y lúcido en sus respuestas, tratando de hacerle entender a la entrevistadora del Canal N, -gratuita defensora de las leyes que sólo beneficiarán, a un grupo de poder y a unas cuanta familias-, que el Patrimonio Cultural, no se vende, negocia ni trafica como si fuese una vulgar mercancía; que en el Cusco ya existe una infraestructura adecuada y no aceptaremos que con el cuento de la “inversión” vengan a destruir el Patrimonio Cultural y hacer su negociado, colocando hoteles de mal gusto frente a los monumentos arqueológicos, sin la intervención del Instituto Nacional de Cultura de esta ciudad, el gobierno Regional ni los municipios. Que es el método de cómo cocinaron estas leyes: un guisado a la limeña para indigestar a los andinos.

La reciente Ley del silencio administrativo faculta a quien, en el plazo perentorio de unos días, no haya obtenido respuesta de los órganos del Estado, proceder a la ejecución de su proyecto. Así que la mesa estaba servida. Todos sabemos que esto, en buen castellano peruano, se llama “gran pendejada”; pues, el dueño del proyecto puede ser Juan Mamani propietario de alguna “barraca” para vender artesanías o una empresa transnacional como las cadenas Hilton o Sheraton.
Acaso no se sabe que oscuros personajes de la dictadura fuji-montesinista, el toledismo y el aprismo, tienen compradas cientos de hectáreas de terrenos alrededor de los centros arqueológicos como Choquequirqo, Ollantaytambo, Sacsayhuamán o chinchero y esperaban ansiosos, la dación de estas leyes que les da luz verde y carta blanca para que trafiquen como bandidos con el patrimonio cultural que pertenece al país y a su pueblo.

Para muestra un par de botones, y se trata de dos empresas “serias” y “prestigiosas”, reconocidas a nivel mundial. Aún sin estas leyes, el Hotel Libertador, depredó en el mismísimo barrio de Qorikancha, vestigios arqueológicos, eliminando en operaciones nocturnas, volquetadas de piedras labradas de ese santuario inca ¿les importó el patrimonio? No contentos con eso, sobredimensionaron de modo abusivo la volumetría de sus construcciones y la altura de sus techos. Como hubo oposición, compraron funcionarios y corrompieron a la prensa.
El hotel de Machupicchu que fuera de Entur Perú, fue “privatizado” por una bicoca; inmediatamente, zurrándose en el clamor popular e institucional, los nuevos dueños hicieron ampliaciones clandestinas. Darle el manejo del patrimonio monumental al mercachifle o tendero, equivale a poner al gato de despensero. El tráfico y saqueo de los bienes culturales, se multiplicaría.

¿Se imaginan lo que harían en 60 años, con la protección legal manifiesta y específica? No sólo tugurizarían las “zonas de amortiguamiento” del monumento histórico, al estilo de Hong Kong, como ha ocurrido en el poblado de Aguas Calientes, sino que, echarían mano al “huaquerismo” en busca de tesoros, destruyendo los lugares arqueológicos como en su chacra o harían antojadizas reconstrucciones o “puestas en valor”, desnaturalizando los monumentos. Con tal de ganar dinero, cualquier cosa se puede hacer, el resto no interesa. Y esto es lo que están haciendo en lo que nuestros vecinos del sur llaman con ironía “Chile chico” o sea en el Valle Sagrado de los Incas, donde los “inversionistas” extranjeros y nativos, vienen destruyendo andenerías, acequias y muros incas para sembrar concreto armado, sin escuchar a nadie, aprovechando de la ignorancia y corruptela de los funcionarios públicos.

Digamos, pues la verdad: el turismo es el negocio de unas cuantas empresas transnacionales extranjeras, que desplazan a los pocos inversionistas nacionales y locales, con quienes, como debería ser, ni se asocian. Sus apetitos son voraces, tienen poder económico y político omnívoro, por eso es que compran representantes del Congreso, autoridades, periodistas y medios de prensa, para silenciar, tergiversar y ridiculizar la justa lucha del pueblo cusqueño y muestran una imagen antojadiza y falsa de los hechos a la opinión nacional e internacional. Esta es la soberbia e ignominia del dinero.

Lo que no sabe la periodista del “Canal N” y otro encallecido ultra limeño, de apellido peruanísimo: “De Althaus”, es que la conciencia del pueblo cusqueño es tal, que en su lucha, sus hijos no escatimaremos entregar la vida misma, para derogar esas leyes ladinas y desechar, por tanto, la trampa o “pendejada” instituida.

En ese mismo programa televisivo, fue agradable escuchar a la Defensora del Pueblo, doctora Beatriz Merino, decir, contundentemente, que: en el mundo, el Cusco es más conocido que el Perú; que es el orgullo de los peruanos; que por algo es “maravilla del mundo”, que con su lucha se ha sentado el precedente para que no vuelvan a elaborarse leyes de espaldas al país y a los actores que sufrirán esas leyes. Que el diálogo democrático es la única manera civilizada de entenderse.
En otras palabras, le dijo a la “mafia limeña”, que el actuar al estilo de los viejos feudales y terrateniente, se acabó; que vivimos en un país en el cual, para construir, debemos deponer bastardos intereses personales, de grupo o de casta y subordinarlos al interés común, a través del diálogo transparente y horizontal, pues en esa medida, seremos un país ordenado y civilizado.
Finalmente, hay que denunciar que las propias municipalidades han venido destruyendo irreversiblemente el patrimonio monumental, veamos los esperpentos de cemento, fierro y vidrio que han construido a guisa de “palacios municipales” en plazas tradicionales como Urcos, Sicuani, Espinar, Pucará, Chucuito y tantas otras; así: “a lo bestia”, rompieron con el estilo colonial o republicano, que era, precisamente, el atractivo turístico.
Ojalá que no se permita hacer esas barbaridades en Lampa, Oropesa o Andahuaylillas. Menos mal que primó el buen gusto y la mesura en Urubamba, Calca, Huayllabamba, San Jerónimo y Písac, donde sus locales municipales guardan al menos armonía con su entorno.
Con tales ejemplos, los “inversionistas” extranjeros y nacionales, harían imitaciones de Nueva York o Tokio, frente a Machupicchu, Qoricancha, Sacsayhuamán o Puca Pucara.

2 comentarios:

julio gutierrez samanez dijo...

Felicito la valentía con que Julio Gutiérrez Samanez, defiende el patrimonio cusqueño, que no es otra cosa que nuestro patrimonio nacional. Felicito también a quienes se encolumnan detrás de Julio y sólo les pido que no utilicen eufemismos si quieren referirse a los vende patrias, no digan privatizadores, llámenlos por su verdadero nombre: miserables vende patrias.
Luis Cisneros Barrios


Estimado Julio: no pude introducirlo en los comentarios de la página. Vuelvo a felicitarte y me alegro ser tu amigo.

Ana María Enciso dijo...

Estoy de acuerdo con este comentario.
Esta ley es un fruto más del centralismo limeño, que desconoce el proceso de concientización en identidad peruana por el que, felizmente, hemos pasado los cusqueños, gracias al cual podemos diferenciar la buena presentación que se ha logrado en Sacsayhuaman, con un entorno paisajístico que mejora al monumento. Muy mal ejemplo el de la Huaca Pujllana, no podemos imaginar un restaurante como el que allí está "concesionado", en las inmediaciones de uno de los monumentos de Cusco como Sacsayhuamán, Tambomachay, Ollantay o Písac. Es imposible!!