martes, 20 de mayo de 2008

RESPUESTA AL DIRECTOR DEL DIARIO CORREO DE LIMA.

Estimado señor(?) DIRECTOR DEL DIARIO CORREO DE LIMA.

Acabo de leer su editorial Cusco fuera de esa ley, con varias semana de retraso respecto a su publicación.

Afortunadamente su diario no llega a las provincias del Perú profundo, porque nos evita la necesidad de escribir reiterativas notas como ésta, para intentar responder a su ligeros juicios sobre los cusqueños y las cusqueñas.

Eso que usted llama “ruinas” son en realidad los restos arqueológicos de diferentes épocas de nuestra milenaria tradición cultural. Allí donde usted solo percibe restos materiales nosotros evocamos el sentimiento de la conciencia histórica de nuestro pueblo y de la responsabilidad que nos obliga con nuestros contemporáneos, incluyendo a personas como usted, pero sobre todo con las próximas generaciones de hijos e hijas de los Andes – que pueblan y esperamos sigan poblando sus serranías, sus costas marinas y sus selvas.

Comprendemos que la pequeñez y la enajenación cultural que subyace en su discurso editorial le induzcan a escribir como lo hace. Esa es obviamente una manifestación de la herencia de la invasión europea sufrida desde el siglo XVI, de las imposiciones demandadas desde el hemisferio Norte y sus sucesivos imperios en turno durante el medio milenio anterior y, con certeza, producto del vigor persuasivo con que la cultura hoy dominante modela a sus gratuitos acólitos mestizos.

No sabemos que califica usted como “sicología muy especial” del pueblo del Cusco. Tal vez se refiera al hecho de estar conscientes de las responsabilidades con nuestra identidad cultural. Por cierto, lo de Cusco Rojo fue una respetable pasión de una generación de cusqueños anteriores a la nuestra, pero la falta de profesionalismo y la cultura hecha de clichés de cierto periodismo desinformado, como el suyo, es obviamente un hecho de hoy. Sin embargo, debería usted saber que una buena parte del llamado socialismo occidental se inspiró, hace algunos siglos atrás, en las formas altamente civilizadas de convivencia que criaron los Andes.

Sepa usted también que la hospitalidad con la que recibimos hoy a los peregrinos y visitantes (nacionales y extranjeros) a Machu Picchu y al Cusco no está condicionada a su dinero, aunque las divisas que genera el turismo como actividad económica sirvan para financiar el crecimiento del país entero y no solo de nuestra Región. Que cuando compartimos nuestra heredad - que es también la de todos los peruanos bien nacidos – lo hacemos siguiendo los valores de la ética andina que sus padres ya no supieron o no pudieron transmitirle.

Tal vez los admiradores de la tradición imperial Romana o del pato Donald en el Perú de hoy – como usted – ignoren que el Qosqo sigue siendo la capital histórica de la Nación Peruana; y que la antiquísima Akhamama que la antecedió fue a su vez síntesis de la sabiduría de nuestros mayores, mucho antes que Rómulo y Remo fueran amamantados desde el imaginario del Mediterráneo.

Finalmente, entendemos que el prolongado invierno limeño y su falta de lluvias impidan a compatriotas como usted apreciar y sentir la armónica y mágica belleza del kuichi (arco iris) ancestral. Que esa triste ignorancia se agrave por su falta de cariño por lo propio y que su lamentable incultura general en peruanidad le induzca a ver en ella solo los matices de sus excluyentes preferencias sexuales (o tal vez, sus escondidas vergüenzas) en lugar de la expresión simbólica que en cada Unancha reflejaba las propuestas de unidad en la diversidad para las naciones convocadas a la confederación Inka.

Sin embargo, si a usted no le incomoda, podría ser conveniente abrir algún moderno negocio turístico al lado de los restos de sus familiares más queridos, para lucrar con su memoria. Aunque faltaría dilucidar si ellos pudieran inspirar a algún viajero a iniciar una jornada de algunos miles de kilómetros.

Atentamente


Roberto Portugal
DNI 23850988

PD

No espero que publique esta nota aclaratoria en su pasquín. Pero el Internet servirá para difundirlo, tal vez lo haga famoso.

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